EL AJEDREZ

"Boys Dont Cry":The Cure


La otra noche, como es habitual en mi, puse música clásica de fondo (The Cure), me serví una copa de cognac, y así luego de reacomodar mi vasta biblioteca con los nuevos libros que me ragalara la bondadosa e irresistible de chica hindú, así recostado en mi sillón predilecto, con mi robe de chambre de seda negra al lado del hogar recreaba una partida de ajedrez, mientras mi fiel Bruno* se lamía sus bolas.

Suelo jugar en soledad al ajedrez, y en realidad la mayoría de las veces todavía no se porque pierdo.

Quizás por eso será que habitualmente termino tirando los trebejos a la mierda, y es entonces que suelo irme al espejo a hacer caras cómicas, ya que asi me divierto, pero esta vez me puse a meditar sobre este milenario juego, en realidad la gran mayoría de personas que he conocido que juegan al ajedrez en forma compulsiva están locos o son unos pelotudos importantes.

Sin ir mas lejos, el legendario Maestro Capablanca le chifló tanto el moño* que terminó sus días corriendo en bolas por la calle a los gritos, si en bolas y a los gritos como los indios.

El problema que tengo con este juego es que al rato de estar jugando tengo unas ganas irrefrenables de ahorcar con mis propias manos a mi contendiente, o por lo menos practicarle aberraciones medievales en su culo, yo se que no tengo paciencia y soy un mal perdedor.



Si bien existe una teoría sobre la existencia en Sumeria de un juego que que según parece fue el origen del ajedrez, este difería bastante del que ahora conocemos, ya que se jugaba entre cinco contendientes, éstos llenaban vejigas de cabra con agua y flores aromáticas, luego todos sentados en círculo se golpeaban con estas en sus cabezas hasta perder el conocimiento, una vez que quedaban dos jugadores estos debían correr en círculos mientras tomaban cerveza de palma y se azotaban mutuamente con delgadas cañas, al dar 64 vueltas (como el número de los escaques del actual ajedrez) el que eructaba mas fuerte era el que ganaba.

Existe otra teoría que sostiene que el ajedrez se originó en el Valle del Indo al rededor del Siglo VI d.dC y era llamado Chaturanga es decir "juego del ejército" y desde ahí se fue difundiendo hacia Persia y luego al resto de Asia.

Hay una leyenda que cuenta que una vez un rey de la India como se sentía aburrido de estar al pedo (como buen monarca) llamó a concurso de quien le presentaba el juego mas interesante y que al inventor del mejor juego lo premiaría con lo que pidiera.

Así fue como un hombre del pueblo de nombre Sisán le presentó el juego del ajedrez, maravillado con este juego el rey le dijo que pidiera lo que quisiera, a lo cual Sisán le pidió un grano de arroz en el primer escaque, dos en el segundo, cuatro en el tercero y ocho en el cuarto, y así sucesivamente, a lo que el rey riendo con buen agrado, como buen rey y también pelotudo mandó al chambelán a que llamara al intendente de los graneros y que le hiciera entrega del pedido, a las horas se presentó el intendente y le comunicó muy alarmado que iba a ser imposible cumplir con lo ordenado ya que el pedido de los granos de arroz era exponencial y el equivalente al último escaque iba a representar una cantidad exorbitante, ni siquiera alcanzaría sumando las cosechas de muchos años.

¿Y cual era esa cantidad? 18.446.744.073.709.600.000 granos de arroz equivalente a 6.825.295.307.273 toneladas.

Quizás debamos expresarlo de otra forma para comprender la verdadera magnitud de este número. Para llegar a alcanzar esa cantidad se requiere toda la producción mundial de arroz durante 8.500 años.

Todo en base a una producción mundial anual de 800 millones de toneladas, demás está decir que Sisán no se fue con las manos vacias, ya que en ellas se llevó sus testículos recién cortados y una escudilla de arroz para que los acompañara además de una generosa cantidad de curry.

Fueron los árabes lo que lo llevaron vía España a Europa este juego, pero fueron los Caballeros Templarios los primeros europeos en jugarlo con habilidad.



Quizás en las largas noches en el desierto, mientras jugaban estos Templarios en esos momentos de tregua con sus tradicionales contendientes sarracenos, fue que poco a poco comenzaron a compartir secretos iniciáticos que mas tarde serviría para su condenación.



Cada jugador cuenta con dieciséis piezas denominadas trebejos 8 peones, 2 torres, 2 caballos, 2 alfiles, el Rey y la Reina; y se desplazan estas piezas por un tablero de 64 casillas blancas y negras alternadas, llamadas escaques, igual que el número de exagramas del I Ching y el número de esferas celestes que envuelven sucesivamente al mundo. El juego concluye cuando uno de los Reyes es vencido, que en ajedrez se denomina "Jaque Mate".

La palabra jaque mate proviene del persa "shah mat" que significa "el Rey está muerto", lo cual para mi es siempre una feliz expresión de deseos, y es evidente que de ahí deriva el nombre "shajmat" como se denomina en ruso al ajedrez.

Hay veces que para obtener nuestro objetivo solemos tanto el la vida real como en el ajedrez sacrificar una pieza para conseguir una ventaja, tanto ganar tiempo, ocupar una posición difícil o generar una debilidad en el contendiente.

Por eso cuando en la vida hacemos un sacrificio adrede para acercarnos a un objetivo prefijado se denomina a esa acción un "gambito" que proviene de la expresión italiana "dare il gambetto" (poner una trampa), y ésta a su vez viene de gamba (pierna).


Si bien todo termina cuando el Rey queda cercado sin escapatoria, convengamos que el peor golpe que uno puede sufrir durante una partida es la perdida de la Reina, que es sin lugar a dudas la pieza mas valiosa del juego.



Ella es la mas poderosa y de mayor valor, como corresponde a toda mujer, es la mas letal y la que controla el juego al igual que nuestros destinos en la vida real, por cuanto comunmente siempre estamos a merced de alguna mujer que nos domina, como una reina domina a un peón.

¿Cuantas veces hemos tenido la sensación de ser sólo trebejos desperdigados arbitrariamente entre escaques esperando ser víctimas de alguna letal reina??

*Bruno: Mi fiel perro siberiano.
*Chiflar el moño: Estar loco

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