LA HISTORIA DEL CIGARRILLO

Sylvie Vartan - L'Amour C'Est Comme Une Cigarette

Como todos los inventos importantes de la vida no está claro como se originó el cigarrillo. La versión mas difundida es esa historia del soldado turco de artillería que durante la primera guerra turcoegipcia (1832) como se le había destruido su pipa y como tenía ganas de seguir fumando dado que las cosas no venían bien para los inefables turcos, no tuvo mejor idea que emplear el papel de seda con el que se envolvía la medida de pólvora para las cargas de cañón y liando un poco de tabaco… ¡Zaz!: Inventó el cigarrillo y encima cigarrillo turco, y al enterarse el oficial les prometió a los miembros de la tropa que si resistían el embate egipcio tendrían todo el papel de seda que quisieran.

No dudo que eso fue lo único bueno que sacaron los turcos de esa guerra, dado que los egipcios les dieron un baile de tal magnitud que en la siguiente guerra turcoegipcia intervinieron las potencias europeas en apoyo del Sultán para equiparar los tantos y después al poco tiempo aprovechándose de la debilidad del decadente imperio al que llamaban "el hombre enfermo”, terminaron desmembrándolo.

Otra versión habla del empleo de restos de cigarros de hoja picados y envueltos con papel por parte de los menesterosos, pero como carece del romanticismo de la primera versión prefiero la del artillero turco.

Aunque por lo simple lo mas probable es que se lo "inventara" en varios lugares sin pertenencia exclusiva, como en los casos del dulce de leche, la sopa, cojer o hacerse la paja.



Es interesante destacar que el cigarrillo y la guerra siempre fueron tomados de la mano, dado que no existe ración militar que no incluya un atado de cigarrillos. Mas aún, durante la primera guerra mundial había pelotudos que sostenían que fumar hacía bien a la salud, inclusive le recomendaban a los no fumadores que adquirieran el hábito dado que lo consideraban un remedio para los nervios.



Es curioso como hasta hace pocas décadas el uso del cigarrillo estaba tan extendido en los lugares públicos; recuerdo que en la Facultad durante los exámenes por los nervios fumábamos como murciélagos (si es que estos realmente fuman) y el aula que se encontraba completamente cerrada parecía un fumadero de opio, y nadie protestaba.



También se fumaba en los trenes, y en los colectivos aún en pleno invierno, ahora si uno intentara prender un cigarrillo en esos transportes sería víctima de un linchamiento.

En Argentina mueren por año aproximadamente unas 40.000 personas por causas vinculadas con el tabaco, principalmente afecciones cardiovasculares, cancerígenas y respiratorias, y tenemos el triste honor de ser el tercer mayor consumidor de tabaco de América Latina y el Caribe. Es de destacar que 6.000 de esas personas que fallecen año tras año (no las mismas) son fumadores pasivos.

Yo fumaba cigarrillos negros, me gustaban de los nacionales los Parisiennes y cuando podía importados los Gitanes, llegue a fumar casi dos atados por día, hasta que un día preparando una posible demanda contra las tabacaleras y leyendo los libros de medicina que hablaba sobre la EPOC (Enfermedad Pulmonar de Obstrucción Crónica), decidí dejarlo. Eso fue en 1997, la demanda no la hice pero no fumé nunca mas.

Se que con respecto al faso* tengo lo que se denomina "la fe de los conversos" por cuanto desde que dejé el tabaco soy intransigente.

Cuando me desempeñé como asesor parlamentario en la Legislatura de la Ciudad Autómata de Buenos Aires puse mi granito de arena para hacer de la redacción de la ley 1799, mal llamada Ley Antitabaco, lo mas jodida posible.



Lo malo es que todavía lo extraño, pero he aprendido que como muchas cosas de la vida debemos acostumbrarnos a vivir solo con el recuerdo.

Eso si, me siguen gustando los besos con sabor a tabaco.

*Faso: Cigarrillo