EL OSTRACISMO

Es curioso como el simple hecho de recibir inesperadamente una concha dependiendo del momento la situación y la época, podía significar hoy en día un acontecimiento gratificante pero no así en la antigua Grecia.

Hoy si sorpresivamente recibiéramos una concha seguramente tal visión nos causaría sorpresa y estoy seguro que hasta alegría.


Por el contrario si viviéramos en Atenas en el Siglo V a.d.C no dudo que tal acontecimiento nos llenaría turbación y tristeza por cuanto esta era la forma de comunicarle a un ciudadano ateniense que había sido condenado al ostracismo.

El ostracismo era una institución creada por Clístenes el padre de la democracia ateniense, que como bien nos enseñara el historiador Polibio al cual ya hemos visto en el post sobre los círculos viciosos prosiguió a la tiranía de Pisístrato.

Clístenes estableció la posibilidad que todos los años la Asamblea o Ecclesiae se reuniera al pie de la Acrópolis, mas precisamente en el barrio de los alfareros que se llamaba Ceramicón, y cada integrante de esta grabara el nombre de la persona que consideraba que debía ser expulsada de la ciudad por el lapso de diez años. En general las razones eran políticas pero eso no era óbice para que uno eligiera a cualquier ciudadano por razones personales, si se llegaba con el voto los dos tercios de los miembros presentes a elegir a determinada persona esta debía “tomarse el piojo*”, es decir irse de Atenas, lejos pero bien lejos.



El sistema era el siguiente, se tomaba un guijarro de cerámica y se grababa el nombre de la persona que uno quería que se fuera al carajo, guijarros no faltaban dado que ahí iban a parar los restos de las piezas de alfarería que habían sido deshechados, y ciudadanos insoportables tampoco dado que los griegos siempre fueron bastante jodidos, pero bueno justamente a estos trozos de guijarros que se empleaban para tal fin se los llamaba por su forma cóncava ostriacca es decir “concha”, y si daban los números la persona elegida era anoticiada enviándole una concha.



Quizás el termino rioplatense de mandar a alguien tanto a "la concha* de su madre" como a "la concha de su hermana", que en otras palabras es la invitación a que esa persona se vaya lejos y por mucho tiempo, o que se exilie, derive de la arcaica institución creada por Clístenes en el Siglo V adC, esto demuestra que la sabiduría “rioplatense” es asombrosa.

Es dable destacar para los que no son de estas pampas que el término “rioplatense” es empleado por los argentinos cuando nos queremos referir a alguien que nació en el Uruguay pero que se destacó acá en la Argentina, como por ejemplo el escritor Horacio Quiroga o el cantante de tango Julio Sosa, que como nos cuesta admitir que son uruguayos lo disimulamos diciendo “rioplatenses”, pero los uruguayos también hacen lo mismo. Así también cuando está discutido el origen de algo que no sabemos a quien pertenece, tanto uruguayos como argentinos le damos la entidad de “rioplatense” para evitar conflictos (verbigracia: al asado, el mate y el tango por ejemplo).

Es decir los ciudadanos de las dos naciones nos convertimos en seres acuáticos o fluviales que de repente habitamos el lecho del Río de la Plata y que como todos sabemos es el río mas ancho del mundo.

Pero volviendo al tema quizás también esto fuera la causa de la aversión a las conchas por parte de los griegos y el fuerte contendio misógino de los mismos, porque convengamos que los griegos eran bastante especiales respecto a las mujeres.

Quizás por eso no debemos sorprendernos de lo poco que les gustaba a los romanos, cultores de las tradiciones las influencias helenizantes, como por ejemplo el célebre romano Catón, ese viejo hinchapelotas que rompió tanto las bolas con su pegadizo slogan pidiendo la destrucción de los cartagineses con su "delenda est Carthago", era un cultor de la tradiciones romanas, y un enemigo acérrimo de todo lo que fuera helenizante, él se oponía a hablar y escribir en griego, como así también las tendencias helenizantes que poco a poco fueron calando tanto en las artes, religión modas y costumbres que realmente cambiaron profundamente la sociedad romana.

Y si, los griegos eran unos tipos bastante jodidos, tal vez por eso de los diez años de ostracismo fue que nació la frase que "a un griego uno lo mandaba a la concha de su madre y este iba y volvía".

Que lindo si hoy en día pudiéramos sacarnos de encima a esa persona que no soportamos en cualquiera que fuera el ámbito, eso si admito que también a mi me han condenado muchas veces al ostracismo por cuanto ya he perdido la cuenta de las veces que me mandaron a la concha de mi hermana.




* Concha: argolla, coño, almeja.
* Tomarse el piojo: Irse abruptamente