Había una vez una niña muy hermosa a la que llamaban Caperucita Roja, todos en la comarca la querían mucho, los guardias reales le obsequiaban pasteles de nata y agua de regaliz cuando ella pasaba por los retenes, claro nadie iba a sospechar que esta dulce niña trabajaba de mula, por cuanto llevaba en su canastita mercadería de contrabando.
Una vez por mes se dirigía al bosque a rendirle cuentas a su abuelita, además no olvidaba de llevarle esas preciosa bolas de opio, las que eran consumidas casi en forma sucesiva por su viciosa abuela, el origen de esa malsana costumbre se debía a que años atrás la abuela había trabajado como camarera y después como cantante en uno de los buques de la línea "Orient Star" que cumplía el itinerario Macao Hong Kong, posteriormente fue la amante de un Señor de la Guerra al oeste del Yang Tse en las Colinas Verdes, un aventurero que se desempeñó con algo de fortuna.
Quizás como decía la abuela, sin esas pipas de opio ya haría mucho tiempo que se hubiera quitado la vida, por cuanto el oficio de la prostitución si bien le dejaba alguna ganancia por ser la única en la zona y por el acerradero que también se encontraba en el bosque, solo podía ser soportada al final de la jornada olvidando todo y sumergiéndose en un sueño de la adormidera.

Las historias que su abuela le contaba sobre su vida en la lejana China extasiaban a Caperucita, ella oía los relatos mientras miraba en forma casi hipnótica como la abuelita acercaba a la llama de kerosenne las pequeñas bola de opio en una aguja de plata para luego posarlas suavemente en su exótica pipa, y así fue como fue creciendo Caperucita Roja hasta convertirse en una hermosa jovencita.

Todos los viernes después de cobrar el salario, los embrutecidos hombres del acerradero solo querían dos, cosas alcohol y la abuelita, para así descargar todos sus mas bajos instintos.

Así pasaron los días, hasta que una tarde apareció en el bosque un lobo errante de nombre "Lobo Feroz" que se cruzó con Caperucita, la cual estaba justo recogiendo hongos para su abuelita, ya que esta gustaba de la sopa de setas.
Caperucita le contó al Lobo Feroz que se dirigía a lo de su abuelita, y al inquirir este donde quedaba la casa, Caperucita le indicó como llegar, si bien la primera intención del Lobo Feroz era desvalijar la casa ni bien se vieron cara a cara con la abuelita nació una pasión incontrolable, tan es así que la abuelita no sólo abandonó la prostitución, sino que comenzó a hacerse llamar "Señora de Feroz".
Una tarde Caperucita entro sin golpear la puerta, y vio al Lobo Feroz vestido con la ropa interior de la abuelita, ya que tenía el fetiche del transformismo y la ropa interior femenina (de ahí el tradicional diálogo ente Caperucita y el Lobo que por razones de brevedad nos ahorraremos de transcribirlo. NdR) el problema fue que los leñadores cuando se acercaban a la casa eran espantados por el Lobo Feroz, sumado a que se habían quedado sin los servicios de la abuela, fue así como una noche lo lincharon y con un gran cuchillo lo abrieron en canal al pobre Lobo Feroz, le llenaron sus entrañas con piedras y lo arrojaron al río, donde se hundió para siempre.
Pero la abuelita llevaba en su vientre la simiente del Lobo Feroz, y al tiempo dio a luz a un hermoso niño al que le puso de nombre Denis, luego de parirlo fue obligada a volver a ejercer la prostitución junto a Caperucita, hasta que una noche sin luna Caperucita y Denis huyeron a la ciudad.
Pero Denis llevaba la mácula de la licantropía y en las noches de luna llena se transforma en lobo, asi fue que cuentan que esas noches se oyen los aullidos del "Lobo hombre" en en los boulevares de París.